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NATURALEZA DEL EXTRACTIVISMO

Segunda parte

Octubre de 2016

4.      UNA NUEVA DINÁMICA
Estos aventureros son los llamados a desarrollar en las regiones la nueva actividad extractivista a una escala desconocida por sus comunidades nativas. Para ello financian las nuevas jornadas de trabajo en la selva mediante el anticipo de víveres y herramientas para estadías continuadas de labor de varios días o semanas.
De esta manera la mano de obra local se vuelca a la nueva actividad. No son comunidades pobres en el sentido ortodoxo (no padecen hambre, ni carecen de vivienda y su salubridad general es buena), simplemente no poseen los bienes (televisores, celulares, ropa de moda, etc.) que la sociedad industrializada exhibe como símbolos de prosperidad y buen vivir y que ahora con la nueva bonanza comenzarán a llegar a las localidades.
 
Tradicionalmente estas comunidades se alimentan bien, sus sencillas casas se adaptan al húmedo ambiente hechas de materiales locales, sus atuendos son vaporosos y sus jornadas de trabajo si bien son intensas no son prolongadas lo que les permite disfrutar de largos períodos de ocio y descanso.
Centro de Acopio de Madera: Carretera Mutata - Riosucio
En general esta madera proviene de aprovechamientos de bajo nivel tecnológico y de gran impacto ambiental en los bosques cercanos

En contraposición a ello la nueva actividad obliga a largas estadías en la floresta en donde las reglas son otras, permanentemente empapados y empantanados, amenazados por alimañas o enfermedades bajo condiciones de trabajo precarias agotan sus fuerzas en largas jornadas bajo el incesante riesgo que la actividad minera o forestal acarrea. Se trata de ejercicios de explotación con tecnología muy primaria, sin protocolos de seguridad, bajo el rigor del inclemente sol o la incesante lluvia. En algunos casos se escucha el chirrido hiriente de la motosierra al cortar los troncos, en otros el sonido monótono de la motobomba en su erosionar los taludes, y en los más agresivos el rumor de las retro-excavadoras que palada a palada, en la destrucción que acarrean, exhiben al cielo paisajes de cráteres lunares nauseabundos y terrosos.

 

El producido de estas jornadas es incierto y variable ya que hay semanas en donde el oro es esquivo o la madera inextraible. Al final los comuneros regresan a los poblados, pagan sus deudas (cuando pueden) y terminan sus horas en las cantinas y bares que ahora abundan en las localidades. En esta nueva cotidianidad la vida local pendula trágicamente entre la avaricia que sistemáticamente destruye los bosques y ríos, las deudas por pagar y la rumba incesante luego de las jornadas mineras o madereras en las cantinas y discotecas en los poblados y caseríos.

Pero de otro lado, en simultaneo, arriban a la región empresas que llevan el extractivismo a un nivel más alto de operación mediante el concesionamiento otorgado desde una lejana capital gubernamental de áreas de bosque o subsuelo, cual patente de corso para arrasar bosques y ríos. Son ejemplo de ellos los permisos otorgados a granel para la explotación inclemente de los amplios cativales del río Atrato.

 

Al final de una manera u otra se crea una red social y un estilo de vida vinculado con la actividad minera o forestal. De un lado emerge una elite local beneficiaria directa del comercio y de otro una gran cantidad de familias que derivan ahora su sustento de su trabajo para los nuevos patrones o de su rebusque entre lo que queda del paso arrollador de las retro-excavadoras y los buldóceres.

 

Este es el estado de “madurez” en el que hoy es posible encontrar a muchas localidades, en donde incluso algunos promotores o ”señores” del extractivismo lo son ahora nativos cuya visión de negocios los lleva a escalar en la pirámide comercial, lo cual profundiza el tejido social alrededor de la actividad al vincular a las extensas redes familiares con la dinámica y el status quo de la actividad. Este último aspecto es sobre todo necesario de tomarse en cuenta para explicar en parte por qué han fracaso los intentos de reforma a la naturaleza y alcances del extractivismo, ya que rápidamente su dinámica se entronca estructuralmente a la vida social de estas regiones, cuya vida cotidiana se regula por normas consuetudinarias y en donde el Estado es inexistente.

En general el aprovechamiento forestal en bosque natural se caracteriza por su selectividad: se apean árboles de gran fuste y significativo valor comercial. Dicha actividad conlleva el clareo del bosque y se incurren en grandes pérdidas de madera, de un orden mayor al 40% de los metros cúbicos disponibles

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